domingo, 8 de octubre de 2017

¿La religión y la ciencia defienden intereses contrapuestos?

No. Pero primero debemos establecer un marco de diferenciación de cada una.
La religión existe para saber la verdad, mientras que la ciencia es un método para conocer la verdad. Por supuesto, nos referimos a la religión verdadera y a la ciencia verdadera. No hay que olvidar que hay tanto pseudorreligiones como pseudociencia.
¿Cuál es la religión verdadera? La que se sigue sabiendo que solo hay un Creador y que el resto de seres que habitan en el universo son criaturas, y adorando exclusivamente a El Creador, sin matices ni intermediarios.
¿Cuál es la ciencia verdadera? La que se practica en aras de saber la verdad, sea dolorosa o no, sea conveniente o no, incluso siendo práctico o no.
¿Qué es falsa religión? La que se profesa sin fe, requisito sine qua non para seguir la religión verdadera.
¿Qué es falsa ciencia? Es la que se practica para adaptar a cómo de lugar “verdades” a una postura deseada y preestablecida de antemano.
Por otro lado, el método de establecimiento de verdades en la religión es la revelación, que se concede a ciertos individuos que lo merecen. En cambio, el método científico se basa en la reproducibilidad infalible de resultados, por lo general sustentados en las matemáticas o en la química.
Así, las revelaciones verdaderas contienen verdades irrebatibles e inmutables, como por ejemplo, la redondez de la Tierra, revelación realizada alrededor del siglo VII a.C. (Isaías 40;22), lo que la ciencia corroboraría siglos después, mientras que las verdades científicas suelen cambiar con el tiempo, como la causa de las enfermedades infecciosas, que se creían causadas por espíritus malignos, o quizás, en cambios que se daban en el organismo (la consecuencia por la causa). Solo a partir del siglo XIX  se llegó a identificar a virus y bacterias.
Sin embargo, con religión y ciencia se puede establecer una verdadera simbiosis. La religión suele ser punto de partida para conocer verdades científicas, como la del ciclo del agua (Eclesiastés 1;7). Por su parte, la ciencia corroboró la existencia de un alma que deja el cuerpo humano después de la muerte de este. Incluso se determinó que pesaba 16 gramos.
En definitiva, religión y ciencia no son dos nociones naturalmente contrapuestas, más bien suelen ser complementarias. Eso sí, siempre y cuando persigan el mismo propósito de saber la verdad verdadera. En caso contrario, se desvirtúa el propósito de cada una.

martes, 15 de agosto de 2017

¿Las personas de fe deben dedicarse a predicar?

No necesariamente, pero no se puede obviar. Eso sí, cada quien puede hacerlo a su manera, siempre y cuando sea legítima.
Por otro lado, si bien es cierto que las personas de fe debemos predicar la palabra, esto debe hacerse sobre todo cumpliéndola. No hay que olvidar que ya todo lo que se tiene que decir se ha dicho.
Sin embargo, las personas de fe no solo debemos predicar con el ejemplo, pues el mundo cambia constantemente y aparecen nuevas realidades. Por ejemplo tenemos al mundo moderno, donde predomina Internet. Así, también las personas de fe tenemos que usar este medio para hacer llegar los mensajes del Mesías y de los profetas. Esto no solo podría llevarse a cabo mostrando los versículos de la Biblia, que de por sí están fácilmente disponible al público en general. También puede hacerse dejando testimonio del camino de la fe. Por supuesto, esto no podrá hacerlo quien no transite por este camino, por lo que queda de parte de los que andamos por este de hacerlo.
Esta es la estrategia que decidió asumir quien escribe. No hay que olvidar que el mal ha penetrado en todos los órdenes de la vida, por lo que la fe también debe hacerlo. Obviarlo sería dejarle el campo libre al mal para que se imponga. De ahí que quien escribe recomienda predicar no solo con palabras, sino también multiplicando los panes, ayudando al necesitado, con trabajo honesto o con simplemente ser seres de luz y no de tinieblas. Las personas de fe también podemos involucrarnos, cuando y como se pueda, en la vida cotidiana, para de allí hacer llegar de alguna manera el mensaje.
Por otro lado, no es recomendable que todas las personas de fe se pongan una túnica y salgan a predicar en las plazas. Eso ya se hecho por siglos y no es el único foro donde se puede predicar. También se puede hacer llegar la palabra por medio de la televisión, de la radio, de Internet y, en fin, de todos los medios tecnológicos de que se dispone hoy en día.
También se debe predicar con palabras o ejemplo en los centros de poder político y económico, en las academias, en el mundo empresarial, en el arte, en la literatura, en la ciencia, en la tecnología, en el mundo del activismo en ONG, en fin, en cualquier ámbito de la vida.
Eso sí, no hay que cometer el error de tratar de ser un nuevo Mesías. Cada quien puede aportar, para bien, con su grano de arena. Por supuesto, quien quiera hacer más puede hacerlo, pero sin pretensiones ni presiones ilegítimas.
En definitiva, haz algo, por más pequeño que sea, pero no olvides que lo principal es ganar la guerra de la fe, y que también estamos en este mundo para disfrutar de la maravilla de la creación, de la vida.

martes, 20 de junio de 2017

Fe e ideología política: ¿Son compatibles?

No. A diferencia de la fe, la política es un asunto exclusivamente mundano. Las personas de fe no podemos centrarnos exclusivamente en asuntos mundanos. Pero tampoco hay que ser indiferentes. Si bien la gran guerra que libramos las personas de fe no se lleva a cabo en el terreno político, tampoco vivimos en un mundo libre de influencias y conflictos políticos. Por lo tanto, las personas de fe debemos tener bien clara nuestra postura política.
Para ello, tenemos que tomar en cuenta tanto ciertos asuntos prácticos como nuestros principios.
Por un lado, si bien no existe, ni lo creo coherente, un “partido de la fe”, si debemos tener bien claro, en primer lugar, que hay partidos que se hacen pasan por cristianos, etc. sin que sus miembros tengan fe. Es contradictorio. En segundo lugar, hay partidos políticos e ideologías que son manifiestamente ateos, es decir, que niegan o se oponen a El Creador, p.ej. el marxismo con su materialismo y su máxima “La religión es el opio de los pueblos”. Dicho esto, entre lo incompatible con la fe tenemos al marxismo (comunismo, socialismo, etc.). En tercer lugar, hay gobiernos tiránicos, dictatoriales y violentamente hegemónicos: las personas de fe no podemos apoyar ni justificar el dolor de los pueblos para que una parcialidad disfrute de privilegios ilegítimos. En cuarto lugar, las personas de fe somos creacionistas, nos maravillamos con la creación y tratamos de respetarla en lo legítimamente posible. Por ello, no podemos apoyar posturas devastadoras del medio ambiente (p.ej. minería de mediana a gran escala, ensayos atómicos, etc.) o la crueldad animal (p.ej. sacrificios dolorosos de animales para la alimentación, sacrificios “religiosos” de animales, corridas y coleo de toros, peleas de gallos, etc.). En quinto lugar, las personas de fe no podemos apoyar las posturas que promueven o defienden la homosexualidad, los cambios de género, los abortos ilegítimos, el consumo de drogas recreativas, la explotación ilegítima -forzada- del hombre por el hombre, la pena capital, el terrorismo o el genocidio.
Por otro lado, las personas de fe defendemos valores humanos universales que promueven el bienestar material y espiritual del ser humano conjuntamente. No lo uno o lo otro, sino lo uno y lo otro. No hacerlo así, sería dejarle libre el terreno al mal para que haga y deshaga.
Sin embargo, no hay sistema, nación, estado o ideología que haya satisfecho esa comunidad de valores, por lo que nosotros, las personas de fe, al parecer debemos ser permanentes promotores y, dado el caso, opositores vigilantes del cumplimiento de dichos valores universales. Sí, las personas de fe somos críticos permanentes, vigilantes permanentes, modeladores permanentes; sin sabotear, pero tampoco prestándonos al mal; sin aspiraciones políticas ilegítimas, siempre del lado del tiranizado, del legítimamente sufrido.
En definitiva, reconozco que la postura de las personas de fe es una postura muy incómoda, y en ciertos sistemas y regímenes, dificilísima, pero es la legítima: para ello también estamos aquí en este mundo, para promover, además de dar el ejemplo, una legítima felicidad hoy, mañana y siempre.

jueves, 11 de mayo de 2017

Advertencia sobre cierta literatura que trata sobre asuntos de fe

A pesar de ya estar acostumbrado a leer literatura peligrosa sobre asuntos de fe (redactada por quienes no tienen fe), debo reconocer que acabo de ser nuevamente decepcionado por ese tipo de literatura.
Esta vez, por ser un libro que trata sobre “La vida de Jesús”, esperaba un reconfortante trabajo serio y rigurosamente desapasionado sobre lo más probable, según las evidencias, que se puede deducir sobre la vida del Mesías.
Por supuesto, esperaba que el autor hurgase en textos bíblicos y no bíblicos, así como en pruebas verosímiles de cualquier tipo, para describir lo más seria y rigurosamente posible lo que se pueda saber sobre una de las personas más importantes, si no la más importante, que ha caminado sobre la Tierra. Y reconozco, además, que me sorprendió encontrar juicios impertinentes (Aparte de algo de sordidez y de repugnancia que el islamismo ha llevado consigo a toda la tierra santa… p.95) o interpretaciones religiosas arriesgadas (Forma definitiva de las ideas de Jesús sobre el reino de Dios), de modo que, aunque se basase parcialmente en textos hostiles al Mesías, el libro fuese al menos aclarador en algún sentido (por ejemplo, el libro Comentario sobre las guerras de las Galias de Julio César es gráficamente instructivo sobre las culturas contra las que combatía).
Sí, el libro “La vida de Jesús” de Ernesto Renán se basa también en la Biblia, pero, sobre todo, en textos de autores hostiles a Jesús (p.ej. ciertos textos del Talmud). Por supuesto, esto no le quitaría valor a la obra si fuese un estudio desapasionado; pero no lo es.
En una obra que se escribe con espíritu crítico científico se aclara quién es su autor, a qué se dedica o dedicaba, cuál es su postura sobre el tema a tratar, qué método empleó para verificar verdades o mentiras, por y para qué se redacta una obra de este tipo, etc. En este libro se especula. De hecho, no contrasta ciertas afirmaciones que se expresan en la Biblia con la realidad, lo que sí hacemos las personas de fe.
En una obra que se escribe con espíritu crítico científico se aclara la veracidad de las afirmaciones de las fuentes, se investiga a las fuentes, se acredita o desacredita a las fuentes, etc. En este libro, repito, más bien se especula.
Aclaro que no estoy tratando de desprestigiar una obra solo por el hecho de no compartir su postura sobre el tema (de hecho, parece un panfleto revolucionario en pro de una contradictoria teocracia marxista: “El reino de Dios concebido como el advenimiento de los pobres”). Simplemente me parece que hay que advertir sobre un libro que, pretendiendo estar guiado por espíritu crítico, expresa dogmas apócrifos y se basa incluso en fuentes poco fiables y hasta contradictorias (p.ej. la opinión de diversos “teólogos”, y la suya propia). También levanta sospechas la redacción original de semejante obra en la época en que se hizo: a mediados del siglo 19, la época precedente al nuevo orden seglar.
En definitiva, y es la alerta que quiero transmitir en esta entrada, al emprenderse la composición de algún material sobre los asuntos de fe,  téngase fe. Y cuando se lea algo sobre los asuntos  de fe, séase crítico, muy crítico, pues los enemigos de la fe no suelen ser serios ni rigurosos, y a veces hasta se hacen pasar por personas no hostiles contra la fe.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Un enigma de fácil comprensión ¿Qué es la religión, y qué no?

Por una parte, la religión es ante todo un conjunto de normas prácticas para el correcto equilibrio del hombre con el universo, con la naturaleza y con los demás seres, humanos o no, incluyendo equilibrio consigo mismo y con la divinidad.
La religión ayuda al hombre a comprender de dónde se viene, qué se es, qué se hace aquí y adónde se va. La religión da sentido a la vida.
La religión “civiliza”, si entendemos por “civilización” el hecho de no ser salvajes, despiadados, desequilibrados. Con ayuda de la religión, y de sus influencias culturales, el hombre se culturiza, se desbestializa, en otras palabras, se humaniza.
Por otra parte, la religión no debe ser un medio para obtener poder o dinero. La religión no debe ser un medio para tiranizar a alguien o a pueblos. La religión no esclaviza, todo lo contrario, la religión libera, a los honestos en ella, de todo tipo de cadenas de opresión psicológica, ideológica, política, económica, pseudocultural o pseudomoral: la religión libera de toda cadena de opresión del salvajismo.
En conclusión, religión es libertad. Eso sí, así como todo ser tiene derecho a la libertad, también tiene el deber de ser responsable, de ser legítimamente inocuo.

domingo, 19 de febrero de 2017

Algo muy importante: ¿Para qué le sirve a uno la fe? ¿Para qué le sirve a uno decantarse por Yeovah, sin dudas ni ambigüedades?

Entre tantas otras cosas convenientes:
-        Para que a uno le respeten su sexualidad natural legítima: la heterosexualidad. Quien se decanta por El Creador no tiene que practicar la homosexualidad, la bisexualidad, el bestialismo, el fetichismo sexual, la sodomía, ni tiene por qué dejarse “castigar” sexualmente, ni tiene por qué cambiar de sexo o dejar que le cambien el sexo a sus seres queridos.
-         Para no morir nunca de hambre o mengua. Los que estamos de parte de Yeovah ciertamente pasamos por muchas y dificilísimas pruebas de fe, incluyendo carencias temporales que nunca llegarán a empobrecer irremediablemente a los que tienen el coraje de decantarse por quien uno debe decantarse: por Yeovah. No hay que olvidar que estar de parte de Yeovah conlleva ulteriormente a una progresiva prosperidad tanto material como espiritual.
-        Para poder uno dedicarse a lo que quiera, siempre y cuando sea una ocupación legítima. Quienes estamos verdaderamente, sin dudas ni ambigüedades, de parte de El Creador, no tenemos que estar prostrados en una cama, sin necesidad, sin hacer nada; no tenemos que volvernos vagos maleantes.
-        Para sobrevivir a las catástrofes. Los que estamos de parte de Yeovah sobrevivimos a las catástrofes, lo que no pueden decir con certeza los que no están de parte de El Creador. En caso de una catástrofe, la salvación de cualquier persona se rige más o menos por un azar indescifrable. Los que estamos de parte de Yeovah, no; y está garantizado. ¿Jesucristo resucitó?
-        Para disfrutar de buena salud. Los que estamos de parte de Yeovah gozamos de buena salud, tanto física, como mental y espiritual. Los que estamos de parte de El Creador logramos poco a poco obtener un físico y unas condiciones físicas maravillosas. Por otro lado, disfrutamos de la mejor condición mental posible: la de los que no tememos a la muerte, la de los que sabemos de dónde venimos, qué hacemos aquí y adónde vamos. Por último, aprendemos a apreciar la vida en su plenitud: aprendemos a disfrutar de la creación y del talento verdadero en su esencia y en toda su magnitud estética, así como en el deleite legítimo.
-        Para obtener conocimientos y talentos maravillosos. Esto llega con la fe. Los que estamos de parte de Yeovah llegamos a desarrollar talentos y obtener conocimientos que de otra manera serían muy difíciles de obtener. No pretendo decir con esto que solo las personas de fe tienen talento y conocimientos del mundo, pero a los que tenemos fe se nos revelan conocimientos, y el debido entendimiento, de cosas que cada día nos vuelven más sabios y felices. Sin embargo, no es gratuito. Los que deseamos desarrollar talento y obtener conocimientos claves en la vida, practicamos muchísimos y buscamos muchísimo. Eso sí, la fe es una llave que abre puertas que más nada abre.
-        Para abrir puertas que más nada puede abrir. Por ejemplo, los que estamos realmente de parte de Yeovah no tenemos que robar, ni matar, ni engañar, ni estafar, ni practicar corruptelas, ni sobornar, ni sacrificar a nadie para lograr cosas. Eso sí, hay que ser paciente; pero las cosas, de que se dan, se dan.

-        Y por último, ¿Crees en la trascendencia del alma? Yo sí. El Mesías también.

lunes, 23 de enero de 2017

Advertencia sobre la interpretación de los asuntos de fe y sobre la difusión de la palabra:

Hay mucha gente que comete el grave error de interpretar los asuntos de fe y de difundir el mensaje divino sin tener fe. Como dijo más o menos el Mesías: “Esta gente cree que en las escrituras está la salvación”. Ahora, ¿qué quiso decir con ello? Simple y llanamente que para lograr la salvación se debe tener al menos ese “grano de mostaza” que es la fe. Por lo tanto, ¿cómo se puede transmitir algo que no se tiene ni entiende y que es requisito sine qua non para poder interpretarse y difundirse? Además, ¿con qué moral se puede tratar los asuntos de fe sin pasar por las pruebas de fe, y en caso de haber pasado por ellas, sin haberlas superado todas manteniéndose fiel a El Creador Yeovah, como hemos hecho las personas de fe? Como dijo más o menos el Mesías: “El que aguante hasta el final será salvo”. Por otro lado, hay que tener cuidado con los asuntos de fe, pues lo que comenten el error de interpretar los asuntos de fe y de difundir el mensaje divino, sin tener fe, se vuelven descarriadores en vez de “predicadores”.
Por otra parte, debe quedar claro que la gran obra que debe ejecutar toda persona de fe es antes que nada esta: tener fe y salvarse a sí misma. Solo entonces se podría tener moral y autoridad para recomendar o exigir la fe. Y tener fe es por supuesto, ante todo, estar sin ambigüedades de parte de El creador Yeovah.
A los que están cometiendo el grave error de descarriar, o mejor dicho, interpretando los asuntos divinos o difundiendo los asuntos de fe, sin tener fe, les recomiendo decantarse definitivamente por Yeovah. En todo caso, una manera correcta e inocua de trasmitir el conocimiento puede ser regalar biblias y dar ejemplo de civilización (un estado previo hacia la fe) comportándose decentemente. Aunque, para ser sincero, me parecen detestables las actitudes de tipo “sálvate tú, pues yo no puedo”, que se pueden considerar simplemente como “sálvate tú, puesto que a mí me da flojera o miedo”.
           En definitiva, deja la flojera o el miedo y decántate definitivamente por Yeovah, y cumple los objetivos.