¿Las personas de fe deben dedicarse a predicar?
No necesariamente, pero no se puede obviar. Eso sí, cada quien
puede hacerlo a su manera, siempre y cuando sea legítima.
Por otro lado, si bien es cierto que las personas de fe debemos predicar la
palabra, esto debe hacerse sobre todo cumpliéndola. No hay que olvidar
que ya todo lo que se tiene que decir se ha dicho.
Sin embargo, las personas de fe no solo debemos predicar con el ejemplo,
pues el mundo cambia constantemente y aparecen nuevas realidades. Por ejemplo tenemos al mundo moderno, donde predomina Internet. Así, también las personas de
fe tenemos que usar este medio para hacer llegar los mensajes del Mesías y de
los profetas. Esto no solo podría llevarse a cabo mostrando los versículos de
la Biblia, que de por sí están fácilmente disponible al público en general.
También puede hacerse dejando testimonio del camino de la fe. Por supuesto,
esto no podrá hacerlo quien no transite por este camino, por lo que queda de
parte de los que andamos por este de hacerlo.
Esta es la estrategia que decidió asumir quien escribe. No hay que olvidar
que el mal ha penetrado en todos los órdenes de la vida, por lo que la fe
también debe hacerlo. Obviarlo sería dejarle el campo libre al mal para que se
imponga. De ahí que quien escribe recomienda predicar no solo con palabras,
sino también multiplicando los panes, ayudando al necesitado, con trabajo
honesto o con simplemente ser seres de luz y no de tinieblas. Las personas de
fe también podemos involucrarnos, cuando y como se pueda, en la vida cotidiana, para de allí hacer llegar de alguna manera el mensaje.
Por otro lado, no es recomendable que todas las personas de fe se pongan
una túnica y salgan a predicar en las plazas. Eso ya se hecho por siglos y no es el único foro donde se puede predicar. También se puede hacer llegar la
palabra por medio de la televisión, de la radio, de Internet y, en fin, de todos
los medios tecnológicos de que se dispone hoy en día.
También se debe predicar con palabras o ejemplo en los centros de poder
político y económico, en las academias, en el mundo empresarial, en el arte, en
la literatura, en la ciencia, en la tecnología, en el mundo del activismo en
ONG, en fin, en cualquier ámbito de la vida.
Eso sí, no hay que cometer el error de tratar de ser un nuevo Mesías. Cada
quien puede aportar, para bien, con su grano de arena. Por supuesto, quien quiera hacer más puede hacerlo, pero sin pretensiones ni presiones
ilegítimas.
En definitiva, haz algo, por más pequeño que sea, pero no olvides que lo
principal es ganar la guerra de la fe, y que también estamos en este mundo para
disfrutar de la maravilla de la creación, de la vida.
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